ni el grito consiguió helar
la llanura desierta
y hay una soledad
en todas las palabras
que cruzan mi garganta
lo incierto se vuelve piedra
que se incrusta en el profundo
tuétano del miedo
¿dónde estarán mis hijos?
¿los no-nacidos?
¿y el Amor?
ese que siempre consigue desvanecerse
más allá de cualquier hilo luminoso
tropiezo de nuevo en la
inmensidad del océano
mientras afuera
la vida se engendra y se consume
apenas sigo encerrado
en este círculo oculto
que ahoga mi lamento
ahora
como siempre
la Vida se abandonó
a mi suerte