Esquivo las huellas de las olas
agazapado entre los muros del silencio,
escuchándote,
como viento en las noches,
soñando que las caracolas de tu pelo
descansan a orillas de mi pecho
y que como un albatros
que despliega sus alas al cielo,
engulles la distancia de tu lecho
para ser Afrodita en su marea
que arrastra mi boca a tus labios.
Será un Levante a la espera
el que mueva mi armada
a la conquista de aquella trinchera
que hay tras la fortaleza de tu ombligo.