Aguas rotas en el acantilado de mi espalda,
soy un niño en el vientre azul de tu cintura
mientras me acunas en un vaivén sin minutos
y susurras versos de salitre
que no entiendo.
No hay timón en la deriva
sólo ancla en la guarida de tu ribera.
Beso tus mejillas
y renazco,
renazco en el pleamar de tu viento
y espero,
espero un milagro de sal
que cure al fin mi última cicatriz.