Remota orilla,
remanso de paz,
descanso de guerrero atormentado y sin espada,
remedio de soledades y desvelos.
En la distancia soy capaz de divisar la playa,
pero ahora que la veo tan cerca
vivo temiendo que,
como en tantas ocasiones,
su arena no se introduzca entre mis zapatos
mas que en oníricos aletazos de paloma.
¡Malditas mareas
que me hacen varar en
enjutos acantilados
imposibles de desencallar!