Partió hacia donde lo hacen todos los vuelos.
En tierra,
el equipaje quedó cerrado
repleto de risas y llanto,
de caricias ocultas,
de un ingeuno sueño
inundado de palabras mudas,
de este terco amor callado
que de nuevo encontrará la escusa
para rendirse.
El vuelo partió
para no regresar.
O quizás sí,
¿quién sabe?
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