Voz: Sâmara Araújo
Música: Seguiriya
A vida só é possível reinventada.
Anda o sol pelas campinas e passeia a mão dourada pelas águas, pelas folhas. . .
Ah! Tudo bolhas que vêm de fundas piscinas de ilusionismo... – mais nada.
Mas a vida, a vida, a vida, a vida só é possível reinventada.
Vem a lua, vem, retira as algemas dos meus braços.
Projeto-me por espaços cheios da tua Figura.
Tudo mentira! Mentira da lua, na noite escura.
Não te encontro, não te alcança...
Só - no tempo equilibrada, desprendo-me do balanço que além do tempo me leva.
Só - na trevas fico: recebida e dada.
Porque a vida, a vida, a vida, a vida só é possível reinventada.
“Muevan su cuerpo levemente hacia adelante para apoyar la guitarra contra su pecho, la poesía de la música debe resonar en su corazón.” (Andrés Segovia) "Escribir es defender la soledad en que se está." (María Zambrano)
lunes, 27 de marzo de 2017
jueves, 23 de marzo de 2017
¿Cómo decirte que este silencio
está lleno de tu presencia?
¿Cómo explicarte que en esta soledad
no encuentro más refugio
que el recuerdo de tus cabellos?
Todo parece esfumarse
en esta oscura sombra,
donde el único consuelo es
saber que aún te escondes
tras un rincón oculto de mis desvelos.
¡Vuelve, amor mío!
Vuelve por la vereda
que dejaste entreabierta
antes de que los pastos
anegen su camino.
Vuelve antes de que el amor se marchite
y las manos
olviden la senda de toda
melodía.
Grito en este oscuro silencio
invocando tu pecho,
para que mis ojos
no caigan por siempre
en los inermes brazos del
Olvido.
está lleno de tu presencia?
¿Cómo explicarte que en esta soledad
no encuentro más refugio
que el recuerdo de tus cabellos?
Todo parece esfumarse
en esta oscura sombra,
donde el único consuelo es
saber que aún te escondes
tras un rincón oculto de mis desvelos.
¡Vuelve, amor mío!
Vuelve por la vereda
que dejaste entreabierta
antes de que los pastos
anegen su camino.
Vuelve antes de que el amor se marchite
y las manos
olviden la senda de toda
melodía.
Grito en este oscuro silencio
invocando tu pecho,
para que mis ojos
no caigan por siempre
en los inermes brazos del
Olvido.
sábado, 18 de marzo de 2017
¿Canto?
¿Por qué te descubriste, Amor?
¿Por qué dejaste desnuda tu alma?
¿Fue la catarsis necesaria?
Pobre Ingenuo,
nunca supiste desvelar lo que sentías.
No consigues encontrar cobijo porque
ningún remanso te da sosiego.
Será mejor que vuelvas al silencio,
a la sombra de la abadía,
a la vida del monje que medita
y deja de obstinarse en encontrar el camino.
No hay camino cuando las heridas están aún
abiertas.
Los sueños se desvanecen
agonizando en un leve hilo de esperanza.
Esperanza de saborear sus besos,
esperanza de sentir de nuevo sus abrazos.
Los sueños no se vislumbran
y el Amor empieza a gemir
herido de muerte.
¿Por qué dejaste desnuda tu alma?
¿Fue la catarsis necesaria?
Pobre Ingenuo,
nunca supiste desvelar lo que sentías.
No consigues encontrar cobijo porque
ningún remanso te da sosiego.
Será mejor que vuelvas al silencio,
a la sombra de la abadía,
a la vida del monje que medita
y deja de obstinarse en encontrar el camino.
No hay camino cuando las heridas están aún
abiertas.
Los sueños se desvanecen
agonizando en un leve hilo de esperanza.
Esperanza de saborear sus besos,
esperanza de sentir de nuevo sus abrazos.
Los sueños no se vislumbran
y el Amor empieza a gemir
herido de muerte.
Imagen: Paradiso Perduto, de Roberto Ferri (2011)
martes, 14 de marzo de 2017
No busques, no (Vicente Aleixandre)
Yo te he querido como nunca.
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.
Eras la sombra torpe
que cuaja entre los dedos cuando en tierra dormimos solitarios.
De nada serviría besar tu oscura encrucijada de sangre alterna,
donde de pronto el pulso navegaba
y de pronto faltaba como un mar que desprecia a la arena.
La sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de los que yo veía a través de las lágrimas,
era una caricia para herir las pupilas,
sin que siquiera el párpado se cerrase en defensa.
Cuán amorosa forma
la del suelo las noches del verano
cuando echado en la tierra se acaricia este mundo que rueda,
la sequedad oscura,
la sordera profunda,
la cerrazón a todo,
que transcurre como lo más ajeno a un sollozo.
Tú, pobre hombre que duermes
sin notar esa luna trunca
que gemebunda apenas si te roza;
tú, que viajas postrero
con la corteza seca que rueda entre tus brazos,
no beses el silencio sin falla por donde nunca
a la sangre se espía,
por donde será inútil la busca del calor
que por los labios se bebe
y hace fulgir el cuerpo como con una luz azul si la noche es de plomo.
No, no busques esa gota pequeñita,
ese mundo reducido o sangre mínima,
esa lágrima que ha latido
y en la que apoyar la mejilla descansa.
Vicente Aleixandre
De "La destrucción o el amor" 1932 - 1933
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.
Eras la sombra torpe
que cuaja entre los dedos cuando en tierra dormimos solitarios.
De nada serviría besar tu oscura encrucijada de sangre alterna,
donde de pronto el pulso navegaba
y de pronto faltaba como un mar que desprecia a la arena.
La sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de los que yo veía a través de las lágrimas,
era una caricia para herir las pupilas,
sin que siquiera el párpado se cerrase en defensa.
Cuán amorosa forma
la del suelo las noches del verano
cuando echado en la tierra se acaricia este mundo que rueda,
la sequedad oscura,
la sordera profunda,
la cerrazón a todo,
que transcurre como lo más ajeno a un sollozo.
Tú, pobre hombre que duermes
sin notar esa luna trunca
que gemebunda apenas si te roza;
tú, que viajas postrero
con la corteza seca que rueda entre tus brazos,
no beses el silencio sin falla por donde nunca
a la sangre se espía,
por donde será inútil la busca del calor
que por los labios se bebe
y hace fulgir el cuerpo como con una luz azul si la noche es de plomo.
No, no busques esa gota pequeñita,
ese mundo reducido o sangre mínima,
esa lágrima que ha latido
y en la que apoyar la mejilla descansa.
Vicente Aleixandre
De "La destrucción o el amor" 1932 - 1933
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