lunes, 10 de abril de 2017

Por tus acentos,
el poema se metió
despacio entre mis sueños.

Y el pelo sobre tu hombro
desnudo
se acurrucó insomne
bajo mis sábanas.

Y la noche nos tomó,
como a dos locos,
prestados para su
íntima fiesta.
Ese escalofrío que sentiste,
ese frío en la espalda
que no supiste bien de dónde llegaba,
no era más que mi boca,
que andaba basándote
desde esta absoluta distancia.
¿Quién quiere este corazón?

Este corazón sereno, cansado y viejo
que mueve su mano
en un silencio de
amor callado.

Corazón idiota
que no sabe gritar
su palpitar.

Corazón que aún deja un hueco en
lo más profundo del armario
por si a ella le da por regresar.

¿Quién quiere este corazón
que anda partido en mil
pedazos?