Oscila sin dicha la risa
entre el espejo opaco de mi piel
entre el espejo opaco de mi piel
y la dulce memoria de un retazo.
Galería de robles
que cubre la mañana sin aliento,
ahondando en la vida del mendigo
que azuzó la mar
del licor que saboreo.
Aún persigo el loco río de sus ojos
que vieron sin reparo mi herida,
y muere el abrazo de un beso
perdido en el fondo
de cualquier olvidada cornisa.