viernes, 22 de mayo de 2020

Ante el ruido de la calle,

de tanto museo encerrado,

de tanto verso encasillado.

Grita mi pecho diseminado

en cada nota de una triada

en tono menor.


Lloro la ausencia del infinito roto,

en este silencioso muro

de puertas y fronteras cerradas.


El Mar,

es el dueño lejano de un abismo

que deja oculto

su manto de seda

esperando a mis alas

queriendo de nuevo volar.


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