Eres la inmensidad de un cuerpo tendido
a la vera misma de mi pecho.
Nada sé de la lógica que existe
entre la llanura de nuestro encuentro
y el solar abierto de mi alma.
Todo se desvanece en la infinidad
de un beso perdido,
de un roze sin sangre,
de un encuentro oscuro sin la luz
que guió nuestros versos de antaño.
Será necesario hundirse en la sonrisa de un niño
y recorrer la espina dorsal
como caballo de Troya invadiendo
esta perdida cruzada.
Tal vez yo tampoco sea nada,
como aquel Pessoa borracho
que engullía a litros las calles de Lisboa,
aquella Lisboa que tanto mal nos hizo.
Ahora que llegué a destino,
comprendí que la lejanía nos envejece
y que los versos se pierden en el aire
como se pierde una puesta de sol
en cualquier playa de Faro sin poder abrazarte;
hermosa y doliente.
¿Será que todo se pierde, Amor?
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