Caminar de vuelta
sin ruido ni estridencias,
mirando atrás
con el reojo de
estas lágrimas en el pecho
que siempre acompañaron mi destino.
¡Cuánto desearía que tus ojos miraran los míos!
Pero son otros a los que miran
y aún cargo con el amor
que nunca quisiste.
Sí, tal vez haya otro camino
solitario.
Pero no hay que perder la calma,
pues sólo es un regocijo oscuro
que de nuevo vuelve a entrar
en este olvidado pozo sin fondo.