No hay duda,
de que por aquella sonrisa,
viajaría hasta la más apartada galaxia
corriendo desnudo
entre desiertos de olas y dunas.
No hay duda,
de que la nieve de aquella boca
sería capaz de derretir montañas
plantando simientes de clara luz y fuente eterna.
No hay duda,
de que la vida descansa en esos labios
que esquivan las lluvias de lágrimas y rabia.
Y yo que bajé a los infiernos
por aquella sonrisa,
aún sigo esperando
que venga a iluminar
este oscuro mar
con su viviente ardentía
y acabe por derretir estos pozos
de congelada piedra.
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