Serena me acoges en tus labios de sal
recibiendo los besos
que otros labios no saborearon.
Volteas mi cruz,
rezumas calma,
tiempo
y en cada golpe de tu eterna resaca
descansa mi cuerpo extasiado.
Tus aguas acarician mi piel
y tus mareas comprenden
el amor que mi humillada alma
no supo reposar en ninguna orilla.