En qué denso mar
se aplacará la duda
que corroe la voz
que gritó sin espanto.
Cuál, de entre las veladas orquídeas,
atraerá el sol que lució su descaro.
Qué trazo implorará la belleza
en cada exigua bocanada de luz.
Ahora nada de eso importa.
Ya me perdí entre fracasos
y en mi pecho descansa
un ejército de míseras falanges
que asumió sin paliativos
su derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario