Despréndeme
del polvo
y de la rutina,
de los techos
y de los sótanos,
de la mugre.
Despréndeme
de las dudas,
y de las ropas,
de los sueños sin pompa
y de los secretos sin lumbre,
de la costumbre.
Despréndeme
de todos esos miedos
que a mi izquierda,
lodos ajenos
engullen.
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