sábado, 30 de agosto de 2014

angustia de mis actos
de mis olvidos
de mis quehaceres
de mis omisiones
de mis lamentos
de mi soberbia
de mi falta de abrazos
de mi falta de besos
de mi falta de risas
de mi falta de lloros
de mi falta de mensajes
de mi no saber decir cómo me siento
de mi,
¡joder,
qué ganas de gritarte
lo mucho
que te echo de menos!

viernes, 29 de agosto de 2014

Perdido
entre compases,
tempos,
síncopas
y pies a tierra.

Entre coplas,
tercios,
estrofas
y tensiones de séptima.

Vagabundeando
por párrafos,
frases,
versos
y letras.

Incapaz de
encontrar el norte
entre modismos,
laismos,
homófonos
y monoptongaciones incorrectas.

Cazcaleando,
no se sabe bien
hacia dónde,
entre
amores inacabados,
sonrisas vanas
y promesas etéreas.

Caminando
entre cuencas,
meandros,
ninfas náyades
y márgenes derechas.

Buscando sitio,
como de costumbre,
brazeando insomne
entre brumosas
nieblas.

viernes, 22 de agosto de 2014

'Desculpa a pequenez que me apequena 
Aos teus olhos adultos penetrantes 
Acolhe com piedade a alma enferma 
Disseste à flor d'uns lábios delirantes'

Ana Moura


Siempre maldeciré aquella tarde
en la que no supe sonreír
en el momento justo,
ni conseguí mirar esos ojos
en el instante preciso.

Aquella tarde
en la que mis labios
no se acercaron lo suficiente
y no agarré esa mano a tiempo
para ver su luz
iluminar la oscuridad de
de mis entrañas.

Si pudiera,
pediría perdón
por haber sido un lado errado
que no atendió a proporciones,
por haber confundido entradas
y no saber encontrar puentes,
por carecer de un mundo en la cabeza
y no haber sido capaz de colmar expectativas.

Si pudiera,
pediría perdón
por todas estas fallas
que jamás serán amaneceres.

         Pero
puede
       que ya
              se me
                   agotaran
                               las fuerzas,
  o puede
que las tenga
              renovadas
                           y que mi pecho
                    ande algo
                                   oxidado
                                             de tanta culpa.

        Ahora,
de lo único que
                     puedo tener certeza
es de que
      no soy más,
                   ni menos,
que aquello que quizás nunca
                                           podré ofrecerte.


domingo, 17 de agosto de 2014

Bosquejos a carboncillo

Nieblas disipadas entre las manos.

Negros lechosos sobre azules quemados.

Dientes apretados
de recuerdos agolpados
en el cuello.

Dolores de cabeza trastornados.

Ojos que se abren
y garras panza arriba
como lobo malherido.

Sentirse desviación típica
sin llegar a ser media.

Percentil diez.

Ni Almudena
ni Lucía
ni Cortázar
ni Coltrane
ni Mingus

Quizás Diana
o Medea
o Casiopea
o Andrómeda
o las Perseidas
o sus pechos
o mi boca
o nuestros sudores salados.

Vino amargo que habla en el silencio.

Vuelta a empezar
en Fa sostenido menor.

Mora verde.

Fundido a negro.

lunes, 4 de agosto de 2014

Amor, dulce muerte (fragmento desfigurado)

RETORNOS DEL AMOR RECIÉN APARECIDO 

Cuando tú apareciste, 
penaba yo en la entraña más profunda 
de una cueva sin aire y sin salida. 
Braceaba en lo oscuro, agonizando, 
oyendo un estertor que aleteaba 
como el latir de un ave imperceptible. 
Sobre mí derramaste tus cabellos 
y ascendí al sol y vi que eran la aurora 
cubriendo un alto mar en primavera. 
Fue como si llegara al más hermoso 
puerto del mediodía. Se anegaban 
en ti los más lucidos paisajes: 
claros, agudos montes coronados 
de nieve rosa, fuentes escondidas 
en el rizado umbroso de los bosques. 

Yo aprendí a descansar sobre tus hombros 
y a descender por ríos y laderas, 
a entrelazarme en las tendidas ramas 
y a hacer del sueño mi más dulce muerte.
Arcos me abriste y mis floridos años 
recién subidos a la luz, yacieron 
bajo el amor de tu apretada sombra, 
sacando el corazón al viento libre 
y ajustándolo al verde son del tuyo. 
Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo 
que no penaba en una cueva oscura, 
braceando sin aire y sin salida. 

Porque habías al fin aparecido. 

                                     
                               Rafael Alberti












viernes, 1 de agosto de 2014

Mirándote sin verme,
agazapado tras oscuras columnas
donde admirar la enormidad
de tu pétrea belleza.

Sin que te des cuenta,
sigilosamente.

Descubriendo los secretos
de griegas deidades,
en el intrincado puzzle
de esos enredados cabellos.

De vez en cuando,
tu risa,
y tus alambrados ojos
que de improviso,
se fijan callados
en la soledad de mis labios,
que dejarán de ser míos
para acabar siendo tuyos.

Y ahora,
¡basta ya de odiosa música!
tan sólo
necesito sentir el susurro de tu voz
sobre la palma de mi mano.