Viendo cómo transcurren los hechos,
puede que uno,
acabe ahogado en una mala borrachera,
agotado de ver albores con insomnio,
o con las entrañas carcomidas por algún virus asceta.
Puede que, tal y como andan las cosas,
uno deba acostumbrarse
a dormitar almohadas de ausencia,
a transitar habitaciones huecas de palabras,
a engullir acordes, ausentes de dolores de pecho y de cabeza.
Tal y como evolucionan las heridas,
puede llegar un día
en el que se esté hecho
de olvido,
de vanas esperanzas,
de alucinaciones sin sentido,
de deseos de volver a ser lo que en tiempos pretéritos se era.
O puede
que tal vez,
todo eso,
no sean más que las merecidas consecuencias
de este andar por las aristas de los caminos,
sin haber aprendido a vivir
sus incertidumbres,
ni dejar de sentir el miedo a
sus tirarse al vacío.
Sin saber cómo aguantar
más
sus putadas,
y no ser capaz de disfrutar nunca con
sus bellos delirios.
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