miércoles, 9 de diciembre de 2015

Y salió a relucir
el poeta grandilocuente,
el ingenuo,
el idiota.

El poeta que adorna de grandes palabras
las diminutas cosas.
Ese poeta que apenas sabe
que la belleza
no cabe en vastas imágenes
ni en frases gloriosas.

Por suerte,
existe el otro poeta,
el escondido,
el susurrante,
el ausente.
El que sabe
que el amor
no es soga que ata las pieles
y que está por encima de las
necesarias partidas
o de los océanos que parten.

Ese poeta,
entiende bien que al amar
se recela de ataduras,
de empalagosas peroratas,
de melodías menores,
de lugares comunes.

Este poeta,
no necesita proclamar
al viento
cuándo y cuánto ama.
Él, simplemente
engulle.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Aquella noche,
Sacromonte se vistió
de blanco
con el manto que extendió
la eterna luz de su sonrisa.
Aquella noche,
hasta la Alhambra
cayó rendida
a los pies de su belleza.
Aquella noche,
hasta los gitanos
se enamoraron
tragando sangre por seguiriyas.