Aquella noche,
Sacromonte se vistió
de blanco
con el manto que extendió
la eterna luz de su sonrisa.
Aquella noche,
hasta la Alhambra
cayó rendida
a los pies de su belleza.
Aquella noche,
hasta los gitanos
se enamoraron
tragando sangre por seguiriyas.
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