en el justo momento en aquellos niños
apedreaban con sarna
la vieja Rayuela.
Juego de olvidos
que acabaron por destruir
aquel catamarán varado
en este mar de rosas.
Y la Luna
nos partió
como un caleidoscopio
hecho de mil pedazos.
Por mucho que lloremos
el mundo gira,
gira y
gira
y el corazón
se enquista
en un enjambre de
abejas muertas.
Fotografía: Masao Yamamoto.
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