Las palabras
se agolpan en el pecho
como hojas secas
de un otoño enajenado.
No se podrán nombrar
mientras los labios sigan secándose
al arrullo de unos besos
que no tuvieron el valor de dar.
Las melodías
se agolpan en el alma
como gotas de agua
en el estanque.
No se podrán tocar
mientras las manos tiemblen
con el recuerdo
de unas caricias que nunca
se atrevieron a regalar.
Enmudecer, enloquecer.
¿Cuándo volverás a dormir en
este regazo, Alegría?