No es tiempo de quejas
ni lamentos.
No es hora de
cavar en el pasado
las cuevas
donde dormitan
mis errores.
Bajo mi piel
se encuentra la eterna
trinchera,
línea de fuego
de esta
gran guerra.
Será
cuando mis manos tiemblen,
momento de blandir
mi vieja y oxidada
espada.
De nuevo,
comienza la batalla.
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