jueves, 24 de octubre de 2013

Jaque Mate

Difícil coyuntura en la que me encuentro, mi rey ha quedado visiblemente desprotegido y poco a poco se ha ido minando toda una defensa que minuciosamente me había encargado de ir construyendo durante el transcurso de la partida.

Primero cayeron los peones de rigor, más tarde un alfil, torpemente movido por mi parte, sucumbió a uno de sus caballos inteligentemente apostado detrás de su primera línea defensiva. Sin solución de continuidad les fueron siguiendo caballos, torres y la reina. Ni siquiera el enroque que obligaba la situación, consiguió mitigar los cuantiosos daños que ya empezaban a ser alarmantes. Todas las piezas apartadas del tablero gracias a sus movimientos rápidos y precisos.

Pero ha sido la pérdida de mi último alfil, y penúltimo de mis bastiones, la que me ha colocado en esta comprometida situación. Rey y peón solos ante un ejército de caballos, torres y alfiles completamente intactos y dispuestos a doblegarse para defender a su impertérrito rey.

Aunque ahora sé que su defensa no es inexpugnable, y en mis circunstancias, no me queda más remedio que comenzar el ataque.

Mi estrategia:

-          ¡Te amo!
Ya veo mi peón introduciéndose sigilosamente, casilla a casilla por su flanco débil, mientras mi rey ve camino libre por el contrario.
-          ¿Cómo dices?

Ella se había descuidado demasiado, confiando en culminar cuanto antes mi derrota, pero en un par de sutiles movimientos, mis irreductibles piezas han conseguido, inesperadamente, acorralarla.

Por fin te tengo entre mis brazos.

Por fin consigo besarte.

Jaque Mate.


No hay comentarios:

Publicar un comentario