miércoles, 23 de abril de 2014

Play what's not there

"Don't play what's there, play what's not there."
                                                                                                                                 Miles Davis


"¿No se aburren ustedes?"

Se oyó decir al joven, apenas niño, de pulcro vestir e incipiente barba, que con pose estirada, discutía ante el reducido grupo que se había congregado a fumar tras la puerta trasera de la gran sala, mientras duraba el descanso del concierto que llevaba amenizando la cena desde el inicio de la tarde.
 
"¡La música popular siempre me pareció tan aburrida! a veces me resulta vulgar y molesta".

El viejo músico, se encontraba sentado en su rincón al fondo del escenario, aguardando el comienzo del segundo acto que habría de empezar en breve. A esas horas de la noche, el whisky y el cansancio, le hacían ya anhelar la cama de la pensión, y aquella botella de vodka a medio beber que había comenzado esa misma mañana.

Cuando aquellas palabras llegaron a sus fatigados oídos, sintió un temblor que le recorrió el cuerpo, haciéndole despertar de aquel pesado letargo. Y extendiendo sus arrugadas manos, carcomidas por la artrosis de años de escalas y acero, agarró torpemente su vieja y desvencijada guitarra, y atinó a colocar un breve acorde de quinta que salió despedido como un crochet de izquierda directo a la mandíbula.

Y ese acorde retumbó. Y como un estruendo, inundó cada uno de los rincones de la sala, haciendo acallar al instante el leve murmullo que se escuchaba.

Tras él, un eco de voces comenzaron a resonar en el aire. Y se distinguieron con nitidez, olvidados cantes que provenían de lejanos campos de algodón al sur de Virginia, donde esclavos negros desgarraban sus gargantas, preñadas de África y privadas de libertad. Y tras él, se oyeron antiguos quejíos de gitanos de la baja Andalucía, que saboreando sangre en sus bocas, se desprendían de su quebranto con ayuda de soleás. Y tras él, se escucharon gritos de jóvenes de los suburbios de Londres, que a base de guitarrazos combatían los envites del paro, la heroína y la miseria. Y todas ellas se fundieron en una sola voz, que poco a poco se fue desvaneciendo hasta dejar en silencio la sala.

Después de ese breve instante, que pareció eterno, el viejo levantó lentamente su cabeza del mástil y tanteando con deliberada paciencia, buscó con la vista el grupo desde donde se habían pronunciado esas palabras. Y allí encontró al joven, paralizado, petrificado, con la vista perdida mirando al infinito.

Y volviéndose hacia su desoctavada guitarra, cuya tercera trasteaba por los cuatro costados, comenzó de nuevo a afinarla. Y sin poder dejar de esbozar una sonrisa burlona, masculló para sus adentros "¡qué te jodan niñato! ", sabiendo entonces que ese joven, apenas niño, de pulcro vestir e incipiente barba, jamás volvería de aquel acorde.


domingo, 20 de abril de 2014

y que de regreso,
te contaría la mala tarde que tuve en el trabajo

y que la línea dos volvió a dejarnos tirados

e intentaría tocarte ese acorde imposible
que escuché en aquella canción de Meola

y te enseñaría cómo ramifica el ginkgo
ahora que empezé a abonarlo

y que debería ir pensando
en tirar esa vieja camiseta

y que si no lo hago es porque sé que te gusta
verme con ella

y que tendríamos que ir organizando el viaje a Egipto

y que te quedarías dormida sobre mi pecho,
mientras dibujo historias entre tu pelo

y que al final,
como siempre,
tus ojos me arreglarían el día

y que tu voz
inundaría mi casa
en vez de hacerlo
este jodido
silencio

lunes, 14 de abril de 2014

Visiones

Al alba,
me pareció verte
de espaldas,
postrada
sobre la barandilla
que nos separaba del día.

Y creí ver tu pelo
mojado
por las gotas del rocío
de la mañana.

Y un pequeño rayo,
me sacudió,
haciéndome creer que te tenía.

Fue
cuando giraste
tu cuerpo,
para mostrar ante mí
todo tu esplendor,
cuando vi que en aquel rostro,
no era tu belleza la que se imponía,
y no fueron tus ojos,
los que distraídos
me veían.

Y no era tu pelo
el que,
entre mis manos,
yo
entretejía.

Y el pequeño rayo,
se desvaneció.

miércoles, 9 de abril de 2014

Dejar de ser esbozo

Te perdiste
antes de llegar.

Y envuelto
en la sangre amarga
que te atragantó el gozo,
tu pequeño corazón
se apagó

y se secaron las flores
del vientre que saciaba tu hambre

y se colmaron de lágrimas
los rostros que te dieron luz

y aparecieron de un plumazo
los lastres de todas las dudas

y elegiste no volver a aparecer
en mi música

y decidiste aferrarte a la noche
a pesar de que hubo día,
y pesaron los miedos,
y pesó el ser esbozo,
y pesaron las brújulas sin norte,
y pesaron los pesares,
y pesó mucho empezar a sentir
la vida

martes, 8 de abril de 2014

Volver a ser esbozo

Sin llegar,
viniste.

Y envuelto
en la sangre amarga
que te atragantaba el gozo,
tu pequeño corazón
palpitó

e iluminaste con flores
el vientre que saciaba tu hambre

y colmaste de alegría
los rostros que te dieron luz

y soltaste de un plumazo
los lastres de todas las dudas

y decidiste aferrarte al día
a pesar de que se hizo de noche,
a pesar de los miedos,
a pesar de ser esbozo,
a pesar de las brújulas sin norte,
a pesar de los pesares,
a pesar de estar sintiendo
la vida.

domingo, 6 de abril de 2014

Soleá (fragmento)


huídas

Monótonos ríos desmantelan
viejos sedimentos desordenados,
mientras espléndidas playas se inundan
al arrullo de pétalos de hierro y fuego.

Flores de cerezo
esparcidas sobre vientres colmados
con lágrimas de cuencas secas
y frágil lamento quebrado.

Risas que se escuchan sordas
tras aguas de lenta pleamar
y podrido aliento.

Todo el verde surgido en la mañana,
a la tarde se convertirá en pálido viento seco.

Suerte que aún nos queda éste,
amor mío,
nuestro sendero.

Entonces,
¡huyamos por el espinado camino
que cruza el desolado huerto!

¡Agárrate fuerte a mi pecho y corramos!
que aquel sonido de guitarras
jamás acallaran las voces de nuestro desvelo.

Deja que te ofrezca mis brazos
para desprenderte
de todo tormento.

Y después huyamos,
amor mío,
por éste,
nuestro sendero.