miércoles, 9 de diciembre de 2015

Y salió a relucir
el poeta grandilocuente,
el ingenuo,
el idiota.

El poeta que adorna de grandes palabras
las diminutas cosas.
Ese poeta que apenas sabe
que la belleza
no cabe en vastas imágenes
ni en frases gloriosas.

Por suerte,
existe el otro poeta,
el escondido,
el susurrante,
el ausente.
El que sabe
que el amor
no es soga que ata las pieles
y que está por encima de las
necesarias partidas
o de los océanos que parten.

Ese poeta,
entiende bien que al amar
se recela de ataduras,
de empalagosas peroratas,
de melodías menores,
de lugares comunes.

Este poeta,
no necesita proclamar
al viento
cuándo y cuánto ama.
Él, simplemente
engulle.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Aquella noche,
Sacromonte se vistió
de blanco
con el manto que extendió
la eterna luz de su sonrisa.
Aquella noche,
hasta la Alhambra
cayó rendida
a los pies de su belleza.
Aquella noche,
hasta los gitanos
se enamoraron
tragando sangre por seguiriyas.


martes, 17 de noviembre de 2015

La perdición


La perdición, la perdición...
La perdición nos salva y guía nuestros pasos.
La perdición es resplandor,
y el resto, máscara.

La perdición nos unifica con nuestros semejantes.
La perdición cuelga de nuestras visiones
el rostro de los mares.
La perdición es esperar.

De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 1961

Adonis Ali Ahmad Said Esber

lunes, 16 de noviembre de 2015

Armonía (José Hierro)

Quise tocar el gozo primitivo,
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.

Quise reverdecer el viejo olivo
de la paz, pero el alma se me rinde.
¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?

Y ¿quién se adueñará de la armonía
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?

¿Quién se olvida que es cuna y tumba, día
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?

(De Quinta del 42, 1952)

José Hierro

domingo, 25 de octubre de 2015


Luz...
Cuando mis lágrimas te alcancen

la función de mis ojos

ya no será llorar,
sino ver.
León Felipe





¿Cómo escapar a los fracasos?

¿Cómo embarcar en este vuelo
la pesada maleta de los errores?

Fueron mis culpas
las que me expulsaron de aquel templo.

Fue la enésima tentativa de esta
estúpida arrogancia
la que me mantuvo de noche en vilo.

¿Cómo escapar a la eterna idiotez?

Sé que todo sería más fácil  
si perdiera el miedo a caer derrotado.

Todo sería distinto
si supiera cómo decirle
que he tomado la firme decisión de amarla.
Si pudiera hacerle ver que la distancia
no es problema
pues los dos sabemos bien cómo cuidarnos.
Necesito enseñarle
que en mis brazos no hay prisiones, palabras necias ni engaños.
Que callo para no volver a ser el estúpido
que no supo escribir aquellos versos.
Que miro su foto tanto
que la acabaré desgastando.
Que muero de ganas por volver a verla.

Todo sería distinto
si al fin y al cabo,
aprendiera a escapar de los errores
y vivir junto a
los fracasos.




viernes, 9 de octubre de 2015

...Y retornamos a las calles
que se disparan contra el puerto,
a nuestros cielos empañados,
a los jardines polvorientos,
a continuar, ya para siempre,
desterrados de nuestro reino...


José Hierro


Las fechas señaladas,
señalan
y desempolvan el lodo
ahincado con saña
en la madreselva del pecho.

Los recuerdos,
confunden las melodías
que se cubrieron de hermosos acentos,
la blancura de la sonrisa,
los rizos que en las manos
jamás se entretejieron.

Entonces
todo acaba 
en un torpe conjugar 
de inmaduros versos 
ansiosos de abrazos;
irremediablemente muertos 
sin un beso.






jueves, 17 de septiembre de 2015

Echaré de menos
las esperas
bajo tu puerta
y esas lámparas
del escaparate que hay
frente a tu casa.
Echaré de menos
tus ojos
mientras sorbemos sopa
y permanecemos callados
como estatuas.
Echaré de menos
ese abrazo
antes de ir a dormir
y aquellos besos que tú desechabas.
Echaré de menos
nuestro puerto
esperando que algún día
el océano
te traiga otra vez
de vuelta.




jueves, 20 de agosto de 2015

Bajo tus ramas, higuera,
este amor descansa
al calor tenue de tu fruto.

Este amor temeroso y cobarde,
como lo fue siempre,
que aprendió de desplantes,
que odia calabozos y prisiones,
que vislumbra las montañas tras
las que se esconden ansiados viajes.

Bajo tus ramas, higuera,
piensa este amor torpe
que no sabe expresarse
porque calla cuando no debe
y habla cuando precisa callarse.

Bajo tus ramas, higuera,
este amor insomne,
incomprendido,
soñador,
impulsivo,
ingenuo;
se daña
y hace daño
a partes iguales.

Bajo tus ramas, higuera,
este amor, ahora,
descansa y calla.





domingo, 9 de agosto de 2015

Si no fuera tan cobarde,
dejaría de usar
tanta palabra
y tanto acorde
como escudo de mi pecho.

Confesaría que por mucho que lo intente,
a duras penas entiendo tu lengua,
y que me importa un carajo
que tu país no sea el mío
y que tu credo no sea mi credo.

Si no fuera tan cobarde,
gritaría al mundo
que me muero de ganas
por abrazarte,
por ver tus ojos
iluminar la plaza que hay
frente a nuestro cuarto,
por enredar mis dedos entre tu pelo
y perderme entre tus piernas al ocaso.

Si no fuera tan cobarde
te susurraría con gritos al oído
que tengo miedo,
y que a pesar de ello
es mucho, mucho
lo que te anhelo.

jueves, 6 de agosto de 2015

                       I


Ahora sé que he llegado a Puerto.


Lo sé después
de haber cruzado océanos
más grandes que aquel que nos separa.
Océanos de dudas
y de miedos,
de cobardía.
Océanos de cicatrices
marcadas a hierro en el alma.


No ha sido fácil, te lo aseguro.
Tuve que caer de nuevo en el abismo
de sentir el frío seco del silencio,
silencio que inundó otra vez mi pecho
con negros recuerdos del pasado.


Confieso 
sentirme como un idiota
por no haber comprendido
que aquello era tu purga,
tu mirada hacia adentro,
tu descanso después
de nuestro arduo camino,
tu callado sosiego.


Pero ya no atiendo a los
cantos de sirena.
Mis oídos ya no reconocen sus
engañosas voces
que enloquecen
toda cordura.


Y puede que tú
aún no te hayas dado cuenta,
pero yo sé que ahora
he llegado para arriar velas
en los muelles claros de tu Puerto.


                     II


Quizá estés en lo cierto
cuando aseguras que necesito
terapia,
quizá estés en lo cierto.


Pero yo sé bien que
son tu piel
y tus hoyuelos,
es el rojo de tu mejilla
cuando me dices lo bien que me sienta la camisa.
Es que me susurres a Lorca y a Pessoa,
que me grites a la cara ese poema de Hilda.
Es que me enseñes cómo mirar a Cézanne,
que me hables de cosas que apenas comprendo
y que nadie más que tú
me explica.
Es esa foto que
alegra un mal día.
Es que tu pelo
guíe mi mano hacia esos acordes
y que tu sonrisa
sea el centro tonal de mi melodía.


Sé muy bien que es eso
lo que mi alma necesita.





Les Grandes Baigneuses, Paul Cézanne (1906)

sábado, 25 de julio de 2015

Soneto LXVI (Pablo Neruda)

Voz: Sâmara Araújo 
Música: Improvisación




NO TE QUIERO sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.



domingo, 19 de julio de 2015

Esta incapacidad
para decirte que mis calabozos
no eran cárceles
sino abrazos de fuego y llanto.
Esta ceguera
que me impidió ver tu pozo
como una nueva primavera
en lugar de como un
antiguo invierno.
Este maldito miedo
que no deja dibujarte
mis imágenes,
ni gritarte
de Amor
si no es
para mis adentros.
Perdí el miedo al silencio;
a ese silencio
que mata y destruye,
ese silencio que no responde cuando le preguntan
y es capaz de olvidar todo un pasado.

Comprendí que existe un silencio
necesario, creador,
que sitúa la vida de plano,
que pausa las rápidas
olas de los impulsos
y sosiega el alma entre sus brazos.

A veces,
como en aquellas notas
de mis dedos,
el silencio grita
con un atronador sollozo
de calma.

jueves, 16 de julio de 2015

Ven, siempre ven - Vicente Aleixandre

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.

No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.

La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil,
donde el hombre no puede encontrar su descanso,
por más que aplique su sueño contra un astro apagado.

Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.

No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.

Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.

Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;
ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.

¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!


"La Destrucción o el Amor" (1932-33)
 Vicente Aleixandre