Ahora
solo queda recoger los bártulos,
llenar las alforjas
de la poesía
y la música que aún
resuenan en la cabeza
y avanzar
para recalar en cualquier pequeña fonda
donde aún se quieran oír estas notas,
leer estos versos
o ahogarse en este mar
de amor
que inexplicablemente,
sobrevivió
a tanto naufragio.
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