martes, 20 de mayo de 2014

Hay mañanas
en que mi espalda
no echa de menos tus manos,
mi cuello
apenas recuerda tus labios
y tu pelo
deja de inundar
de sueños mi almohada.

Hay mañanas inútiles
en que mis dedos
no encuentran el acorde
con el que acabar
esa progresión de mayores.

Hay mañanas
en que desearía
que volvieras a conquistarme
de nuevo.

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