miércoles, 21 de mayo de 2014

Perdedores

La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.
Jorge Luis Borges.

 Sus andares les delatan y las enormes ojeras desvelan el hado que a cada paso les acompaña.

 Si uno se detuviera por un instante a observarles con disimulado cuidado, daría debida cuenta del mal que les aqueja en cada momento. Sólo con mirar el rictus de sus rostros, se detectaría de inmediato si esa derrota que deja de nuevo a su equipo en una situación comprometida, o si aquel ansiado ascenso en la oficina, que al final fue a parar a ese compañero incompetente, les anda perturbando. O si, como las más de las veces les ocurre, esa mujer, de la que llevaban tanto tiempo enamorados, acabó yéndose con aquel cretino, algo más apuesto y desde luego mucho más valiente y ducho en las artes de la seducción y el engaño.

 Pero contrariamente a lo que se pudiera pensar, ellos no andan mendigando compasión, ni arrastrándose como locos tras las migajas que los ganadores andan dejando a sus espaldas. Y se podrá ver en el brillo de sus ojos, un atisbo de aquello que daríamos en llamar alegría, cuando su equipo, sea capaz siquiera de cosechar un mísero empate con su juego ramplón, que les aleje algo de los puestos de descenso, o cuando un escueto 'gracias' reconozca un trabajo bien hecho y un esfuerzo recompensado, o cuando ella, aun estando con aquel cretino, se acuerde de enviarle un mensaje de felicitaciones por su cumpleaños.

 Éstas seguirán siendo sus pequeñas victorias, las mismas que siempre les seguirán sabiendo a miel en los labios.

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